Alan Turing propuso su famoso test (en 1950) para evaluar si una máquina puede imitar la inteligencia humana al punto de que un usuario no pueda distinguir si está hablando con una persona o con una máquina.
El otro día, revisando los históricos de conversaciones con usuarios en el dashboard de Bonaparte, vi que un mecánico felicitaba a nuestro asistente con la expresión “eres bien verga” ya que le había dado bien los resultados de la búsqueda de unas compatibilidades difíciles.
La palabra “verga” es la palabra en México con más significados según su contexto. Es una palabra que mis amigos mexicanos me regañan cuando yo la digo pero que luego ellos no paran de decir sin darse cuenta. Del máximo halago (este caso) hasta el insulto (“vete a la verga”) pasando por la sorpresa (“¡a la verga!”) o como sustantivo de amplio significado (“no entiendo ni verga”).
Los talleres y los profesionales del mundo del motor se caracterizan por el uso de un lenguaje coloquial, lleno de modismos y argots, si acaso a veces demasiado. Sin embargo, en la industria automotriz justamente la precisión es fundamental y es uno de los problemas que resolvemos en Bonaparte: encontrar la pieza adecuada para cada coche.
Esto es lo que se conoce en la industria como aplicaciones y compatibilidades: son millones de combinaciones y es lo que pregunta el usuario de la foto. Nuestro asistente está diseñado para lograr la máxima precisión en la búsqueda con base en los detalles de un vehículo, número de OEM o intercambios.
Pero también está diseñado para entender las palabras verga, cacahuate, tacón o pichancha; según sus múltiples contextos.
El reto será encontrar a ese "verga"